viernes, 7 de septiembre de 2012

Los Nevados

Hace unos meses compre un pasaje para Mérida que no pude usar en su momento, quizás porque el tiempo de Dios es perfecto y alcanza para todo. Ahora a finales de agosto pude viajar y ha sido un viaje increíble, ahora mismo estoy en Los Nevados, un pueblo hermoso en el estado Mérida donde hay un punto de comunicaciones con Internet (gratis y con el laboratorio en excelentes condiciones) que es desde donde escribo esta entrada. Lamentablemente no traje cámara, las fotos que estoy subiendo son tomadas con el celular.
Como siempre este viaje no es como lo imaginé, pero igual ha tenido su encanto, he conocido gente maravillosa y además que acá en Mérida se vive mucho más lento (se vive más) y eso me tiene bastante entusiasmada.

Deseo desde lo más profundo de mi corazón hallar el camino de vuelta para esta la Ciudad de los Caballeros y que este retiro que ahora hago sirva para guiar mis pasos a una estabilidad económica y sentimental.

Esta entrada parece más una oración que una historia de algo, pero en realidad en este momento eso es lo que más deseo

A Dios gracias por traerme a este lugar.

Lo siguiente es una actualización luego de salir de Los Nevados. 

Ahora les cuento algo del pueblito. En realidad es una sola calle, como lo podemos ver en las fotos, tiene (por supuesto) la Plaza Bolívar y una iglesia.

El camino para venir acá es horrendo! cuando pregunté en la Plaza Las Heroínas, me dijeron que la vía de Choroní era una autopista comparada con esta, y vaya que tenían razón.

Es un viaje de cuatro (4) horas en las que me sentí demasiado cerca de Dios, tan cerca que tuve que huir de la luz que veía al final del túnel. Por supuesto todos los de la zona iban tranquilitos, como corderos al matadero, resignados a la voluntad del conductor, y yo (que para tranquilizarme me dejaron ir de copiloto) iba no sólo orando, sino frenando también. El conductor (un viejito super lindo y amable) hacía chistes de cuando en cuando y algunos sarcásticos y todo! y que para relajarme.

Sin embargo, cuando empiezas a ver crucecitas en el camino, no es precisamente para estar tranquilito!!! el viaje es intenso, pero la sensación una vez en el pueblo es única. La gente es una belleza, la comida es super rica, ellos mismos cosechan la mayoría de sus alimentos por lo que todo es fresco. Hace frío y la idea de venir sola fue acertada, venir acompañados también los sería.

Luego de pasar la noche, tuve que armarme de valor para volver a montarme en el jeep para regresar, me daba más susto por una lluviecita que cayó, pero el viaje de vuelta (como ya sabía lo que me esperaba) fue mucho mejor. Volvería sin lugar a dudas, pero por la vía de El teleférico!

Les recomiendo que vayan y visiten este pueblo del estado Mérida y que disfruten no sólo de sus paisajes, sino de su gente, su comida y su paz!