El problema es que tienes la razón

Un día, un buen día, anhelado por mí, me miraste a los ojos y me dijiste que me querías, me miraste a los ojos y me dijiste que yo era la chica perfecta a ti. ¡Oh Dios mío! ¡¡¡¡como pude mantenerme de pie!!!!

Y no sólo fue eso, sino que acto seguido me dijiste que no podíamos tener nada, que yo jamás confiaría en ti.

Yo me empeñé (como siempre de mal pegada) en que mi amor podría con eso y con más! en que día a día podríamos vivir nuestro amor de mil formas posibles y que yo creería en ti ciegamente (bueno ciega si que estaba) y como un cuento de hadas seríamos felices para siempre.

Tu, como siempre, tuviste la razón, como siempre! tuviste razón. No era posible confiar en ti, como no es posible pedirle fresas al manzano. O bueno, se las puedes pedir, que el árbol las de es otra cosa. Y sencillamente tu no eres, nunca has sido y nunca serás una persona de confianza.

Lo mejor de todo es que siempre me lo dijiste, y yo (mujer al fin) me engañé pensando que eras una buena persona, confiaba en mi instinto que lo decía (increíblemente aún me lo dice) dentro de mi, siempre lo he sentido así. Que tu no eres malo, sólo que no sabes como ser bueno.

Y yo, rehabilitando perros cochinos desgraciados, yo la hija del maltrato y la que tiene un fe (inexplicable) en que nadie es bueno todo el tiempo y nadie es malo todo el tiempo. Siempre creyendo en mis artes de mediación y de tener un don para que la gente me hable y se abra ante mi.

Sin embargo, últimamente, no creo en ti, pero es que no te creo nada! te rechazo, te aparto de mi, pero no quiero que te vayas, quiero terminarte, pero no quiero que aceptes, quiero dejar de hablarte, pero no quiero que dejes de escribirme, ¿¡quien me explica esto!? aún cuando yo pude cometer los mismo errores, ¿como es que no puedo perdonarte? fácil mi amor, porque perdonarte a ti, sería perdonarme a mi misma, justificarte a ti, sería justificarme a mi misma... ¡¡¡¡Cuan difícil es juzgarse a uno mismo!!!!